viernes, 3 de julio de 2009


Son las 8:31 y tengo sueño...esto es un fenómeno muy raro viniendo de una persona noctámbula como lo soy yo, pero ¿cuál es la razón para sentir que los párpados se me caen a cada segundo que pasa?

Ah, es muy fácil. El alcohol es un depresivo muy potente y silecioso que me ha acompañado muchos fines de semana desde hace poco y que, literal y figurativamente, no me deja dormir. Y no, no soy una persona enferma que lo necesite para estar "bien" o sociablemente aceptable (amigable), sino que poco a poco uno va tomando más copas sin darse cuenta y sintiendo inmunidad a los efectos del famoso líquido.

¿Por qué tomamos alcohol? No, en serio. Quiero saber la razón por la que los seres humanos tomamos alcohol siendo una bebida poco favorecedora al organismo humano (conozco las propiedades benéficas del vino, aunque dudo mucho que el vodka o el tequila también las tengan).

Bien dicen que una no es ninguna, y que una cosa lleva a la otra. Pues sí, lo creo. Una copa rápidamente se convierte en otra. El cuerpo humano puede procesar aproximandamente una copa de alcohol por hora, pero qué sucede, que rara vez seguimos esta proporción cantidad/tiempo (me refiero a los bebedores sociales o más experimentados).

Anoche no fue la primera vez que se me pasaron las copas, pero nada más poquito, no se asusten... En el momento, es muy difícil decir: no, ya no necesito otra perla nega. Sin embargo, el mismo alcohol previamente consumido me impide pensar claramente y por ende, controlarme.

Creo que acabo de encontrar una diferencia fundamental que hace del consumo del alcohol algo peligroso: ¿quiero o necesito otra copa de alcohol?



Finalmente, nadie necesita tomar... o al menos no cuando el alcoholismo es un término alejado en la cotidianidad de mi vida. Entonces ¿por qué seguir matandome las neuronas con otra copita más?

Sí, puede ser que me esté autosermoneando y que ni siquiera sea tan necesario, pero el punto es que en estos momentos me siento muy mal, con una gastritis que me quema las entrañas, un dolor de cabeza que no me deja ni mover los ojos con libertad y peor aún, un hoyo en el corazón que difícilmente puedo evadir.

Es por eso, que me pregunto: ¿por qué tomar si puedes evitarte todo ese malestar? Hay que saber hacerlo con responsabilidad, hay que tener un límite y no sobrepasarlo ya que, sabiéndose medir, puede ser una experiencia muy agradable, pero ¿qué pasa cuando viviendo en un mundo relativista los límites se vuelven difusos o adaptables a la conveniencia propia? La respuesta es simple, uno amanece (me pregunto ¿por qué las borracheras más monumentales se dan generalmente en la noche?) pensando en lo que no debió hacer y automáticamente vienen a la mente esas perlas negras, esos vodkitas, esas cubas cargadas o esos whiskeys en las rocas que accionaron botones que no deberían ser accionados.

Ni modo, me quedaré con mi dolor de cabeza, con mi gastritis aguda por un rato, ya que gracias a dios, un par de pastillitas pueden aliviar los síntomas, pero a ver qué hago con el hoyo que cabé y que no tengo idea cómo se debe tapar.

C'est la vie :) y salud!

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