jueves, 23 de julio de 2009

Impulsiva y vividora...

Qué difícil es tomar decisiones cuando hay tanto que perder. El ser humano, sociable como es, está acostumbrado a buscar la aprobación y consejo de quienes le rodean y especialmente de aquellos por los que siente afecto o admiración.
Para mí, esto es un hecho diario, ya que me gusta pedir siempre la opinión de quienes me importan, aunque a veces no sea lo mejor y aunque la verdad, nunca les haga caso.
Creo a raíz de esto, reprimimos lo que queremos o sentimos porque alguien más nos dice lo que debemos hacer, o lo que sería "mejor" para nosotros (como si los demás nos conocieran tanto). Pero creo que nadie mejor que uno mismo sabe lo que quiere o necesita, especialmente porque vamos a pasar toda una vida soportando las consecuencias de lo que decidimos, y no la gente que nos apoya.
Estoy molesta, siento que muchas veces mis impulsos son correctos y que por algo, el sentido común es tan popular. Pero estos impulsos se desvanecen entre miles de consejos que disminuyen mi capacidad de escuchar mis propias necesidades y poco a poco me voy encerrando en una cúpula construída a partir de mi miedo al que dirán, y que evidentemente detiene lo que realmente siento o pienso.
Qué sería de la vida sin los impulsos. Ahora que lo pienso, las mejores cosas que he vivido han sido aquellas que no busqué consejo o aprobación y que decido en el momento, así soy: impulsiva y feliz. Tampoco le quito el mérito a toda la gente que me aconseja, al contrario, sin ellos muchas veces la habría regado y probablemente no estaría donde estoy.
Pero me refiero a los impulsos positivos, a aquellas oportunidades buenas que uno sabe que no se van a repetir y que deben tomarse en el instante, casi sin pensar y mucho menos sin consultarlo con los demás.
Hoy viví un rechazo bastante fuerte, de hecho el primero de mi vida, ya que siempre había sido llevada por la vida a lugares cómodos y seguros, digamos que estaba en mi área de confort. Pero qué pasa cuando eso se acaba, pues uno no sabe que hacer y busca consejo. Eso fue lo que hice y resulta que lo que debí de haber hecho fue seguir mis "corazonadas".
Afortunadamente, todos los días habrá un mañana en el que se puedan arreglar las cosas, en las que se pueda pensar y dejar que la razón guíe el instinto, y también habrá días en los que hay que dejar que el impulso nos gobierne para realmente sentirnos vivos.
¿Quiero comerme un helado doble con chocolate derretido? Dios, no es nada serio pero aún así, es difícil no pensar en las repercusiones, cuando el preocuparme por subir kilos sólo ocasiona que me aleje de vivir un momento de felicidad, de esos que uno necesita todos los días para sobrellevarlos.
La madrugada del domingo me pasó algo parecido. Afortunadamente, no fui nada racional, no pedí permiso a nadie y seguí mis impulsos, lo cual me permitió vivir una aventura, tal vez no muy exagerada, pero que me hizo sentir viva y feliz, agradeciendo cada segundo que se acumula en mi existencia.
Viendo la película "Public Enemies", me puse a reflexionar sobre esto y pues ni tarda ni perezosa tenía que escribir al respecto. ¿Qué es de la vida sin la emoción de los impulsos? ¿Por qué tenemos que limitarnos tanto cuando hay millones de experiencias que se nos presentan día a día y que nos cegamos ante ellas? ¿Qué es lo peor que puede pasar si seguimos los impulsos de felicidad? Pues sí, que nos equivoquemos y tengamos que solucionar el problema... qué difícil. Pero finalmente creo que para mí, esa es la esencia de la vida, vivir, equivocarte, aprender y volver a vivir. Quien no lo hace simplemente vino aquí de paso y a morir. No hay más.
Creo que pedir opiniones es únicamente un pretexto para no tomar responsabilidad de nuestros actos, no enfrentarlos y poder sentir que la culpa de las malas consecuencias no es totalmente nuestra... Qué aburrido vivir de lo que dicen los demás.

1 comentario:

  1. Amen Chau.

    Curioso que menciones a las corazonadas. Algún día que te llame te cuento una historia de eso mismo que me ocurrió aquí.

    Y la vida es para equivocarse. Así que a darle.

    Un abrazo.

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